Y sin duda han sido los mejores 6 meses de mi vida en los últimos 21 años. Lo mejor de todo es que entendí que la felicidad llega con la tranquilidad. Existen varios tipos de tranquilidad, pero hoy solo quiero mencionar 3:
🔹 Familia y relaciones
Me reencontré con mis hijas y mis hermanos. Antes no podía tener comunicación libre porque la tóxica se quejaba si hablaba con ellos, y si no eran de su familia, simplemente no valían. Ahora disfruto la paz de poder estar con los míos. Lástima que no hice caso hace 21 años cuando me advirtieron: “ten cuidado con ella, solo busca que le des todo”. Me di cuenta tarde… materialista y manipuladora, pero bueno, ya terminó esa etapa.
🔹 Trabajo estable
Tener un trabajo seguro me da tranquilidad. No necesito andar jugando al “negocito” de vender pulseritas o velitas que nunca alcanzaban para cubrir los gastos, sobre todo cuando tenía que mantener a las hermanas y a la sobrina de alguien más.
🔹 Estabilidad económica
Hoy, justo a los 6 meses, me doy cuenta del dinero que me he ahorrado y cómo lo he invertido en mí. Compré cosas nuevas para mi casa (refri, micro, lavadora, licuadora, etc.). En lugar de gastar entre 3,000 y 5,000 pesos en el súper para mantener a quienes no aportaban nada, ahora ese dinero lo disfruto yo.
Y en vez de pagar cremas, tintes y caprichos ajenos, puedo darme gustos como contratar a alguien que limpie y me planche la ropa, o simplemente darme lujos personales.
Otros gastos como estudios, doctores u operaciones ya no son una carga compartida con alguien que nunca apoyaba, y eso me deja disfrutar incluso pequeños excesos como un buen corte de carne o un cigarro sin remordimiento.
💡 En conclusión:
Hoy me siento libre, en paz, con estabilidad y sobre todo, agradecido. Gracias a esa “doña señora” por no pelear nada… porque si no, hoy no estaría a toda madre.
Lo más importante es que sigo manteniendo mi nivel de vida. No tengo que cambiarme de casa por no poder pagar la renta, ni andar empacando todo de vuelta. Y lo más importante: sé cuánto puedo pagar de renta sin tener que irme a un lugar inseguro donde no estaría tranquilo.
Además, está la monserga de conseguir un aval, cuando vari@s de mis amig@s ni siquiera tienen casa. Súmale una renta de depósito, otra de adelanto y el costo de la mudanza... ¡me quiero volver chango!